Editorial: Me despierto sobresaltado con una sensación agridulce entre la metamorfosis, (un relato de Franz Kafka publicado en 1915 y que narra la historia de Gregorio Samsa, un comerciante de telas que mantiene a su familia con su sueldo, hasta que tras una noche que no recuerda, amanece convertido en un enorme insecto), y las obras completas de Gabriel García Márquez en sus fabulosas historias entre la esencia de su ADN y la inmensa fabulación que tantos placeres me causó en mi juventud cuando devoraba aquellos libros maravillosos.

Había soñado esa misma noche, que nadie llevaba mascarilla (se seguían guardando las distancias por si acaso), en las colas de los ambulatorios con milimétricos protocolos para ponerse la vacuna (primero quienes son la línea de defensa, el denominado muro de contención humano), personas con riesgos, mayores (no son viejos), luego aquellos/as que tienen enfermedades crónicas y seguidamente quienes quisieran tener el antídoto. Se pudo elegir entre la vacuna de Europa, Rusia, China, América, Oceanía, Asía. Habían comprado en el país de Pepe Gotera y Otilio y sus Reinos de Taifas, 100 millones de dosis por si acaso hay que repetir.

Pongo en marcha el ordenador y me empapo de los diarios digitales del día, entro en El Confidencial, EsDiario.es, OK Diario, El Pais, La República, Vox Populi, El Mundo, Público, Ara. Me leo todo. Me tiemblan las piernas, el corazón me va a tope, es verdad, no lo he soñado. Lo anuncian a cinco columnas todos, entran en miles de detalles. Hasta José María Gay de Liébana habla de optimismo en la economía, en un futuro si comenzamos a trabajar y si llega el turismo esta primavera como parecer ser. Los colegios han recuperado parte del curso. Las colas del hambre comienzan a remitir. Se oyen carcajadas en las calles y plazas. Quiero salir a la vía pública para ver abrazos y besos.

Me llama por teléfono una amiga doctora, le cuento mis emociones, el sueño, me desvela que hace 39 días están vacíos los hospitales de aquel olvidado y malnacido bicho. Que no queda nadie en la UCI. Que los aeropuertos están a tope y que hace una semana salió del ERTE la última persona, un empleado de una empresa de cuchillos y tijeras. Que hemos olvidado el COVID-19 como si nunca hubiese existido, que el miedo que hemos pasado se lo regalamos a los historiadores, que hagan tomos y PDF, que las próximas generaciones sepan que en 1820 hubo la Peste, en 1920 la Gripe y en 2020 la pandemia del Coronavirus traidor.

Miro la fecha de los diarios digitales, reza el 29 de abril de 2021. Parece como si hubiese salido de un coma de varios meses. Conecto el móvil para comenzar a cargar la batería, llamo a contactos que siempre me han servido para mi información y noticias. Me sorprende que me digan que hace meses que no me veían. Tomo nota de todo, quiero recuperar las noticias perdidas. Terminaron los confinamientos, se abrieron los colegios de par en par. Se dio vacaciones pagadas a los sanitarios. Las residencias hicieron fiesta con grupos de música de ball de bot, hubo Sant Antoni en Manacor y San Sebastián en Palma.

No hay mal que dure siempre. Todo ha terminado. Me alegro. Ojalá tomemos nota y seamos más respetuosos con el medio ambiente. No dejemos de lado los temas pendientes y sobre todo saber decir te quiero a tiempo y pedir perdón a quién se lo merezca. Ahora que todo ha pasado y el virus se fue a la porra, me gustaría saber si quienes lo crearon, inventaron o lo propiciaron, por generación espontánea o de manera artificial, si han pagado por lo que hicieron. Cual ha sido el castigo. No leo nada en prensa. Suena el despertador, me levanto y me refresco la cara. Voy hacer la editorial de hoy, viernes 18 de septiembre de 2020, vaya por dios era un sueño. Rafael Gabaldón San Miguel.