Se reunió ayer la presidenta del Govern la socialista Francina Armengol con todos los alcaldes de las poblaciones de Baleares. Por Internet fue contando a nuestros primeros ediles todos los protocolos. Quedó claro que para cumplir las normas nuevas que nos hemos dado necesitamos la autoridad que ejecute la orden y ponga en su sitio a los infractores. Primera piedra en el camino y muy importante, los presidentes de las corporaciones locales le dijeron a Armengol, que no tienen efectivos ni agentes para hacer cumplir las órdenes.

Ahora entendemos porqué hay miles de ciudadanos que van sin mascarillas. Ocupan playas sin control alguno, hasta por las noches. Nadie sigue a los fumadores empedernidos de bares, calles, terrazas, balcones. Y mucho menos se controla bares de marcha, botellones y otros asuntos graves para detener esta plaga. Los alcaldes se lo dijeron claro a la presidenta, tienen justo para las labores ordinarias, hacer extras es imposible. Nadie se ha cuidado de dotar a los ayuntamientos de efectivos suficientes, y llega la pandemia, nos pillan desarmados.

Ese cinco por ciento de insolidarios pueden romper el equilibrio. A eso hay que sumar que no hay rastreadores suficientes, que la atención primaria está en cuadro. Que los hospitales languidecen con los trabajos ordinarios sin tener COVID-19. Que las plantillas de profesores son insuficientes, llegan los aumentos de cada año y algún extra, pero eso es poco a todas luces.

Hasta los batas verdes que se cargaron a Bauzá y los amigos de la presidenta, no pueden ocultar que son pocos para tanto trabajo que viene. Es la hora de los hechos. No podemos parar el virus con promesas.