Editorial: Hablo con un amigo al que considero una persona muy preparada, seria, rigurosa, competente, un profesional que es Doctor en Biología Molecular y profesor, y dirigente de una ONG que se cuida de la Salud. La charla escrita por mensajes da para mucho, pero me llama la atención unas observaciones que me hace. Espera que cuando salgan las nuevas medidas del confinamiento mañana jueves no existan tantas contradicciones en el ejecutivo que se cuida de promulgarlas y protegernos.

Me pone varios ejemplos. Dice que no se puede salir de casa y menos a pasear con la prudencia que corresponde y manteniendo la distancia, y sin embargo se puede salir varias veces al día con el perro. Se puede ir en autobús y tren e ir a los supermercados, y no se puede ir en coche con tu pareja guardando las distancias de seguridad (con la cual se supone compartes cama y duermes con ella). Puedes ir a darles de comer a los animales donde estén, pero no puedes visitar a una persona mayor o a un amigo en caso de necesidad, siempre cumpliendo el protocolo exigido. Y otras muchos que cantan demasiado.

Abundando en contradicciones y mal sabor de boca en hechos y demostraciones, diré de mi propia cosecha, que la mayoría de los políticos que tenemos en este país, no están a la altura de nuestras necesidades actuales. Dejan claro que no son estadistas en tiempos de cólera y cuando vienen mal dadas. El Gobierno y la oposición emulan a Pepe Gotera y Otilio. Solo piensan en ellos al corto plazo. Uno dice blanco, el otro dice negro. Son tribus que demuestran que al enemigo ni agua nunca jamás, sin pestañear negación. Aunque desaparezcan. Ningún mal acuerdo de por vida.

Lo de sumar para ellos es pura demagogia, una palabra hueca, una quimera. En este país de las dos patrias y otros estados dicen que secundarios, el quítate tu que lo hago yo es un mal remedio, a esto yo no juego, dame mi juguete. Unos y otros nos llevarán al precipicio. Nosotros cuando pagamos para tener servicios y competentes gestores no lo hacemos en clave de color, el dinero no es rojo ni azul, ni verde, ni morado, y menos bicolor.

Voces sensatas proponen un pacto de concentración de todos los representantes del pueblo, vienen situaciones extremas. Ellos/as a lo suyo, ese no me gusta, no te estoy amigo, no te hablo. Ya está bien, la constitución debe contemplar medidas si quién te gobierna es un memo y un descerebrado.

No estoy hoy para bromas ni tolerancias, cortesías y buena educación, estamos cumpliendo desde casa encerrados casi por unanimidad (siempre hay algunas excepciones, todos conocemos a los ventajistas, egoístas, inadaptados, sinvergüenzas), quienes están en la primera línea calificación un veinte, nos han robado el corazón con sus gestos, entrega, devoción, valentía, profesionalidad, amor a sus semejantes.

Mientras, nuestros gestores y representantes tienen un ejército de fontaneros y asesores instalados en las redes sociales, notas de prensa, guerrillas rebozadas de palabras, con la intención de lanzar misiles a diestro y siniestro para ganar la opinión pública, cuando aquí hay más de 20.000 muertos en vez de 14.000 como dicen las fuentes oficiales. Ni para eso nos respetan. A donde vamos a llegar. Ustedes no son dignos de representarme. A la porra. Hablamos de toda una generación que se nos va, quienes hicieron el camino. Un respeto.

Veo cada día el esfuerzo de las niñas y niños de nuestro colectivo general, de los adolescentes, de millones de personas de edad, mayores, que están solas en sus casas y aguantan por el todo. Observo la solidaridad hasta extremos de compartir lo poco que tienen. Gestos que te llenan de lágrimas la cara y te tiembla el alma. Siento que los humanos merecen otra oportunidad. Se la están ganando.

Y mira por donde, quienes deben ser los mejores en esa selección natural en el Congreso, Senado, diputaciones, comunidades autónomas, resulta que tienen otra partitura y no cantan el “resistiré”. Eso no está bien, dejen ustedes las tonterías, este país necesita personas serias, las campanas tocan a muerto y ya no tenemos donde enterrarlos. Rafael Gabaldón San Miguel.